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¡El día que los Patovicas nos reprimieron!

El jueves 14 de diciembre del 2017, llegue a la plaza de los dos congresos cerca de las 16 hs, ese día la cámara de diputados tenía que tratar una reforma previsional, en realidad querían y quieren modificar algunos puntos de la ley previsional, una reforma tendría que ser más integral.

En otros artículos anteriores ya hable sobre dicha reforma, pero parece que no se acaba el tema, siempre hay tela donde cortar.

Al llegar al congreso, me puse en contacto con amigos y compañeros que ya se encontraban allí, si bien estaba al tanto de todo lo que estaba pasando, por la tele, por las redes, por los mensajes que llegaban todo el tiempo, yo no estaba preparado para ver lo que realmente ocurría. No me quedo corto si les digo que fue uno de los peores momentos de mi vida.

Me encontré con un compañero en Rivadavia y Paraná, yo había dejado el auto en entre ríos y Estados unidos, a unas 15 cuadras del congreso, mientras caminaba hacia mi destino el escenario se transformaba, se intensificaba, personas con capuchas, con las caras tapadas, con palos y armas, muchas armas, con actitud de que la cosa estaba complicaba, estaban todos juntos, esperando en las esquinas que les dieran la orden para entrar de nuevo a la plaza, el tiempo me dio la razón, las fuerzas de “Seguridad” estaban a la espera para volver a entrar a la plaza y realizar las tareas que les encomendaron, capturar al enemigo, porque eso éramos los que estábamos por ahí.

Cuanto más cerca estaba de las plazas, más fea estaba la cosa, tachos de basura incendiados, colocados en las calles como si fueran algún tipo de barricada, algún espacio para defenderse de un ataque, mas caminada más miedo tenia, ya a tres cuadras del congreso se me complicaba respirar y mantener los ojos abiertos debido al gas pimienta, tenía ganas de vomitar.

Los pongo en contexto, cuando llegue a la plaza, ya hacia una hora que se había suspendido la sesión del congreso, ya se estaban retirando las columnas, ya se habían peleado los diputados, ya habían reprimido, tendría que estar todo en orden, en paz, pero no era así, cuanto más avanzaba más personas descompuestas encontraba, pase por una columna de docentes, no me acuerdo que gremio, pero eran docentes, estaban desechos, con las caras irritadas debido al gas pimienta, en medio de ellos vi a uno que tenía 7 u 8 marcas de balas de goma en el cuerpo, en el pecho, en las piernas, en los brazos, eran docentes, los que enseñan a nuestros hijos, por los que muchos se rasgan las vestiduras, docentes que fueron a pedir por los jubilados, por los trabajadores.

Quise entrar a la plaza por la calle Solís, pero fue imposible, el gas y los PATOvicas de la ministra de  Inseguridad, o mejor dicho, la ministra de seguridad de los poderes hegemónicos concentrados, no me dejaron seguir avanzando. Retome y trate de entrar por Virrey Ceballos, a esta altura el gas pimienta era insoportable, no recuerdo haber visto tanto limón en el piso. La gente estaba atónita, en sus caras solo se veía desesperación, caminaban para todos lados, pero en medio de este desastre se veía algo que me dio esperanzas, que me alegro el corazón, entre todos se ayudaban, se compartían agua, se levantaban unos a otros, se daban una palmada en la espalda, no se conocían pero se ayudaban, ahí estaba el pueblo, la argentinidad al palo, la solidaridad, la lucha contra las injusticas definitivamente une, amalgama a las personas, dentro de toda la barbaridad que estábamos viviendo, esa imagen fue algo hermoso.

Un vez en mi destino, en Rivadavia y Paraná, ya con mi compañero (para cuidarlo le voy a decir Lic. D.), como les decía, una vez ya reunidos nos pusimos al tanto de lo que estaba pasando, yo le di la información que decían los medios, el me conto lo que había vivido, todo, por donde mirabamos era espantoso, las fuerzas de seguridad reprimiendo de forma descontrolada al pueblo, a todos los que se cruzaban por su camino. Desde atrás de las vayas seguían lanzado gas y balas de goma, ya casi no quedaban manifestantes, las ultimas columnas se retiraban por Av. de Mayo, y por la espada les tiraban a traición.

De golpe comienzan las corridas de nuevo, vemos a un par de flacos que vienen desesperados desde callao, miramos y vemos que las vayas se abren y salen cientos de uniformados en motos, de a pie, con los perros, tirando a mansalva balas y gases, les tiran a las columnas que estaban en retirada, pero también hacia los costados, hacia donde estábamos un par de cientos de personas mirando, observando, charlando, fumando y tomando agua, todas cosas subversivas, violentas que se merecen ser reprimidas por las fuerzas de inseguridad.



Ante esta situación Lic. D. me dice de irnos por Paraná, somos muchos los que empezamos a caminar rápido, algunos empiezan a correr, por miedo, por desesperación, y gritamos, NO CORRAN COMPAÑEROS, nos vamos a lastimar entre nosotros, humo, gritos, gas pimientas, personas mayores, mujeres, jóvenes, vecinos que salieron a ver qué pasaba, nadie entendía nada.

Llegamos a la esquina de Mitre y Paraná, siempre mirando a la retaguardia por miedo a que la policía venga y nos tire a traición, no les puedo explicar las sensaciones del momento, fue muy raro, muy feo, porque no era miedo, era otra cosa, no sé. Casi en la esquina, Lic. D me dice, están viniendo las motos por mitre, quedamos atrapados sin salida, no teníamos por dónde ir, lo único que llegamos a hacer es levantar las manos cuando las tres motos nos taparon el paso, cada moto tenía un poli parado atrás con una escopeta apuntándonos, directo a nosotros, acá si lo que sentí fue miedo, total pavor, desesperación, solo teníamos las manos en alto, justo en ese momento, fueron fracciones de segundos cuando del otro lado de las motos una persona les tira una molotov, cae en medio de las motos y los polis se fueron tras este sujeto, ahí con tranquilidad nos fuimos por mitre rumbo a 9 de julio, nos metimos en un estacionamiento, éramos 4 o cinco, después de un rato, seguimos camino y nos alejamos del lugar.



Este relato de lo que viví, de lo que sentí, seguro a miles les pasaron cosas similares, o peores, y miles ni se enteraron que las fuerzas de seguridad se fueron de mambo, se fueron al carajo. Seguro mucho piensan que actuaron bien, que nos merecíamos lo que nos pasó. Muchos de nosotros pensamos que el estado tiene que gobernar para que tengamos una mejor calidad de vida, y por eso fuimos el jueves a decir que no a la reforma previsional, por eso vamos a ir el lunes de nuevo a decir lo mismo, ¡NO!, espero que las fuerzas de seguridad no digan lo mismo.

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