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¡Ser Mujer, algo que los Hombres nunca vamos a entender!

Claramente entre los hombres y las mujeres hay mucho más que una simple  diferencia de cromosomas. Tenemos diferencias biológicas, tenemos muchas diferencias, pero esto, lejos de pensar en cuestiones de supremacía de un sexo sobre el otro, nos tiene o tendría que dar un marco para entender cuestiones, que los hombres, estamos lejos de comprender.

El otro día una amiga me contó un anécdota que me partió la cabeza, ella lo relato como algo que le paso el fin de semana, casi como algo cotidiano. Una anécdota que cualquier masculino, que no reflexione sobre la temática, o que de forma “Casi inocente” (lo pongo entre comillas, ya que no creo que las acciones machistas sean inocentes) hasta podría hacer algún chiste.

Antes de proseguir con la historia, creo que es importante que pensemos desde que lugar escuchamos lo que escuchamos y leemos lo que leemos. Estamos seguros que las construcciones sociales de las que somos parte, no nos gobiernan e influyen inconscientemente en nuestras percepciones.

Las mujeres son mujeres desde el momento “0” de su concepción, nosotros los hombres, nos construimos en nuestras masculinidades a lo largo de nuestra vida, pero tenemos la opción de no ser tan machos y ser más “Hombres”.

El relato es muy simple y en tiempo de reloj no habrá durado más de 10 minutos. Se sitúa en un lindo barrio de zona norte del conurbano Bonaerense, un sábado a la noche, tipo 23hs, en una avenida transitada, a media cuadra de una estación de servicio y en frente de una Pizzería con gente en la puerta esperando que le entreguen su pedido.

Esta chica de unos veinti largos años, que se crio en ese barrio, que suele salir a la noche, ya sea por cuestiones sociales o laborales, salió de su casa, vestida de entre casa, se podría decir que salió en PIYAMAS. Alpargatas, pantalón de gimnasia y saquito de hilo.

Aprovechando que la distancia de su casa hasta el lugar que se dirigía, (La estación de servicio de la avenida), eran cuatro cuadras, se prendió un cigarrillo, tranquila, la noche estaba hermosa, esas noches que se prestan para caminar y perderse en pensamientos inconexos, hermosos y vagos. Bueno asi era la noche, y si sumamos que el objetivo de ir hasta la estación, era comprar unas barras de chocolate, se podría decir que el Nirvana estaba cerca.

Cuando la mujer estaba ya en la avenida, a escasos 90 metros de la estación, con su cigarrillo en la mano, pasa un auto con tres muchachos en su interior, y le gritan ¡CHEEEEE, TENES FUEGO!, a lo que ella, sin responder avanza un par de metros hasta quedar frete de la pizzería. En ese momento, el auto se detiene, se abre una de las puertas y desciende uno de los hombres, y se acerca a la mujer.

Le vuelve a pedir fuego, y comienza a sacarle charla, cabe destacar que quería prender un cigarro de Cannabis, y le ofrece a la muchacha. Surgen preguntas de cómo te llamas, que haces por acá, que estudias, trabajas, de que, a lo que la mujer responde con evasivas. Luego de seis, siete u ocho preguntas, la invita a Palermo a un bar. Al final le pide el teléfono y ella le da un número falso.

Cuando el auto se aleja, ella ingresa al comercio que se dirigía, luego de esperar un rato, vuelve raudamente a su casa, con cierto sentimiento de inseguridad, nada grabe, simplemente una incomodidad.

Este pequeño relato, de un momento en la vida de una mujer, lejos de ser algo raro, es parte de su cotidianidad, siempre las mujeres viven este tipo de situaciones, en donde se ponen alertas ante un posible peligro, ante un momento que puede cambiar su vida para siempre.

Ese sentimiento, por más que quiero relatarlo en estas escuetas palabras, no puedo hacerlo mío, no me atraviesa, no es algo que como hombre pueda entender la profundidad de esa situación.

Yo me pregunto o pienso, esta historia podría haber terminado en una historia romántica digna de una comedia romántica de Hollywood, también podría haber terminado como un caso policial de secuestro, violación y muerte o terminar como término, una joven vuelve a su casa con cierto malestar o miedo por si esos muchachos la seguían hasta un lugar más oscuro.

Acá no entran en juego cuestiones sociológicas, antropológicas o legales, acá no se trata de percepciones de si está bien o no abordar a alguien en la calle si tienes ganas de conocerla porque te gusto, o tal vez si entra en juego las percepciones, los hombres percibimos el mundo de forma radicalmente diferente a las mujeres, no vemos un mundo hostil en cada momento, no estamos inseguros en todo momento, porque va a venir alguien y se va a referir a nosotros en términos sexuales. No vemos el mundo, el barrio, el colectivo como posible escenario de un mal trato.

Si pueden y tienen la oportunidad de hablar con alguna mujer, de más de 30 años, pregúntenle que hacen en esta situación, y mientras ella responde piensen que harían ustedes.

Son las 23 hs de un martes, la noche esta calidad, para estar en remera y pantalones cortos. Faltando 20 minutos para llegar a destino, se dan cuenta que se bajan todos los pasajeros, uds están sentadas en la anteúltima fila de asientos dobles, del lado de las ventanas. Están uds y el chofer. ¿Qué sienten? ¿Se quedan tranquilas y relajadas? ¿Es lo mismo estar solas o con varios pasajeros? Estas y las preguntas que se les ocurran. Ahora piensen este escenario pero son uds, varones los que lo están viviendo, que responden a las mismas preguntas.

Esta situación que no es un invento mío, es algo que viven muchas, por no decir todas las mujeres, y que los varones, en nuestra condición de género, no vivimos.

Todo esto no se da por que puedan dar a luz, esto no se da por que sean el sexo débil, esto se da porque son mujeres y esto es violencia contra las mujeres, violencia que vive todos los días en todo momento.

Este escrito no tiene una reflexión o cierre, no planteo una solución y ni siquiera sé si tiene solución, es simplemente una percepción de una realidad, claramente sesgada por mi condición de genero.

Comentarios

  1. les recomiendo el siguiente articulo...
    https://eldemonioblancodelateteraverde.wordpress.com/2014/08/18/la-cultura-de-la-violacion-guia-para-el-caballero/

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